sábado, 15 de diciembre de 2007

Voz suave pero tozuda comentarios sobre la obra de Samuel Bassan M del escritor Pedro Recciutti

“Debo estar loco,
para arañar mi cara
distinguir sonidos de liras
rayar piedras
para escribir un poema”

Eso dice Samuel Bassán en uno de sus poemas y acaso tenga esto algo de verdad. En el siglo XXI, aún frío y despiadado coletazo del siglo XX este panameño, nacido en 1951, comienza a rayar piedras para como el mismo dice, en una de sus palabras de presentación de "Acapela”: Mis escritos como los llamo es un producto de una vida llena de experiencias negativas, positivas, son un cesto lleno de diferentes sentires”. Y esos sentires los ha volcado en sus libros junto a esa “legión de fantasmas aguerridos que miran mis letras con burla de abril”.
De sus poesías han dicho sus dos prologuistas: Carlos Patiño, argentino: que la “ poesía de Samuel Bassán, aparentemente sin lugar en este mundo, voz suave pero tozuda en esto de recordar que la sangre caliente justifica existir” y Laura Hernández, mexicana: “aproximarse a su lectura es como beber agua de un manantial con aroma y sabor cambiante”.
En su visita a Montevideo, mi ciudad (Uruguay), compartimos días de charlas y poesía y allí conocí a Bassán hombre que no difiere del poeta. Por momentos sus ojos de entornaban y aparecía esa alma en pena, llena de melancolía y recuerdos amargos; en otros la sonrisa a flor de labios, el canto de esa “nota de un pentagrama ligero” que soñó en Tierra 221; y esa su mirada, profunda y escudriñadora, siempre buscaba, como buscan sus textos, poesía o prosa, y en fugaces instantes lo atacaba su “cabrona depresión” y entonces su voz se convertía en un ruego, el mismo que expresa en Acapela: “acompáñenme con mis letras en caminos desconocidos, convirtiéndonos en socios con la simpleza y profundidad de los estrechos recorridos de la vida”.
Conocía a este poeta a través del Proyecto “Libro sin Tapas” en oportunidad del homenaje que en ésta ciudad se brindara al país de Haití en la escuela del mismo nombre el 23 de agosto del 2004.Samuel había escrito, especialmente para ese homenaje, el cuento para niños: “La hoja Florisa”, cuento integrado a una serie de festejos del mismo año que realizara UNESCO.. Luego fui conociendo su obra: Limbo Z y X, Acapela, Alter Ego.
Caminé junto a Samuel y he visto su maduración poética, hasta “Alter Ego”, donde esa poesía toma con mayor universalidad el tema del amor en todas sus formas: mujer, pueblo , universo ; y lo hace con la simpleza de las palabras que todos entienden.
Ser escritor, poeta, es ser intérprete y testigo; su lenguaje debe ser lo suficientemente simple para que quede como la otra historia, esa que no resulta de las cartas y documentos oficiales sino del acontecer diario, esa historia sin historia que exprese el sentir de un momento de esa larga narrativa que es la batalla del sobrevivir en una época y un lugar determinado. Y esto es lo que busca y logra Samuel Bassán. La lectura de su obra me trae a la mente las palabras de Jaime Sabines: “Cuando escribo lo único que sé es que sufro de dolor, de esperanza, de alegría, sé que estoy sufriendo y que necesito decirlo”. Este amigo que nos ocupa hoy, es exactamente un poeta como lo definiría Sabines, cuando escribe sufre de amor, de dolor, de esperanza, de alegría:

“No estamos de fiesta
pero bailemos
usemos máscaras
de porcelanas
vestidos de algodón,
brindemos por algo,
por lo no vivido, por lo odiado.
También
Por lo amado”

Pedro Recciutti Renucci, escritor, poeta, ensayista. Tallerista.
Trabajo realizado a petición del Proyecto “Libro sin Tapas” para ser presentado en el periódico “La Prensa” de Panamá. Montevideo, septiembre, 6 del 2005. Uruguay

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